CALLE A CALLE MVD (*) – El vecino, su legado y el Mercado

Daniel Feldman

Contenido de la edición 27.08.2024

 

Había pasado por ahí alguna vez, en vehículo y de noche, por lo que poco pude reparar en nombres, más preocupado por la curva y su desembocadura.

Caminar una tarde en día de semana, invernal pero con un sol que, aunque tímidamente, algo calienta, permite ver las cosas de otra manera.

Venir desde la escollera Sarandí, que dicen se adentra en el río casi un quilómetro, nos depara ver el callejón ahí nomás, a metros del comienzo de la hoy peatonal Pérez Castellano.

José Francisco Sostoa, me indicaba el cartel, y el desconocimiento hasta ese momento del nombre fue aliciente para recorrerla. No es que se tratara de una misión muy desafiante. Bastaron únicamente cincuenta y tres de mis pasos (a veces tengo la compulsión de contarlos, al igual que los escalones que subo o bajo) para recorrerla de noroeste a sureste, de Sarandí hasta... hasta Mercado Chico, la otra rúa asociada a nuestro personaje de hoy.

José Francisco de Sostoa Zuloaga nació en 1740 en Eibar, en lo que hoy es la provincia de Guipúzcoa, en el País Vasco, España. Se radicó en nuestra ciudad, donde llegó a ser ministro de la Real Hacienda, y falleció en 1800, antes de cumplir los 60 años.

Fue en Montevideo donde se casó, el 1° de diciembre de 1775, con doña (así se las nombraba por aquella época) María Isidora de Achúcarro y Camejo, con quien tuvo una abundante prole.

Montevideo no pasaba de ser, por esas épocas, un proyecto en desarrollo, y según nos cuenta el historiador Aníbal Barrios Pintos, el censo de 1803 (apenas tres años después de la muerte de Sostoa) registraba como pobladores del casco urbano a 5.915 blancos, 138 naturales, 294 pardos libres, 146 morenos libres, 88 pardos esclavos y 2.786 morenos esclavos; aparentemente en ese orden de prelación.

A lo anterior había que agregar 60 habitantes del convento de San Francisco, incluyendo un sirviente blanco y 30 esclavos.

Ya en 1825 la "Muy Fiel, Reconquistadora y Benemérita de la patria Ciudad de San Felipe y Santiago de Montevideo, capital del Estado Cisplatino", como se la titulaba pomposamente en documentos oficiales (¿para qué la vas a hacer fácil si podés complicarla?, suele decir un amigo), contaba con 15.000 habitantes, y más de 4.000 soldados (¡que nunca falten!), que integraban las fuerzas de ocupación.

¿Por qué la referencia al año 1825? Nos cuenta el mismo Aníbal Barrios Pintos que por ese entonces "el gobierno cisplatino descuidaba la realización de obras públicas. De la labor realizada ese año por el cabildo montevideano solo se destaca, a indicación del capitán general Carlos Federico Lecor y por ser necesario el servicio militar, el traslado del mercado desde la plazoleta de la Ciudadela y Plaza Mayor al predio que a beneficio público cediera en 1792 el extinto ministro de la Real Hacienda José Francisco de Sostoa y su esposa".

Se tomaron su tiempito. Como ya señalamos en otra nota, no es de hoy no apresurarse, y trascurrieron treinta y tres años entre la donación de Sostoa y que se le diera un destino al predio.

Fue así que, después de los cincuenta y tres pasos precedentes viré a izquierda y me adentré en Mercado Chico, de la que no conté los pasos de su extensión pero que, a ojo de buen cubero, debían andar más o menos en la misma cantidad que la de su donador.

El nombre de la calle, obviamente, deriva de que allí se ubicó en un espacio abierto el llamado Mercado de Sostoa o Mercado Chico, como se lo denominaba indistintamente; una feria para la venta al menudeo de alimentos y otros objetos de consumo popular. Ese espacio comercial subsistió durante cuarenta y ocho años (no mucho más de los años que se tardó en darle destino al predio), hasta 1873, en que sus ya ruinosas instalaciones fueron demolidas.

Fue perpetuado en una hermosa acuarela pintada por Berthelemy Lauvergne, litografiada por Bayot, e impresa por Lemercier, Bernard y Co., publicada en la obra "Voyage autour du monde, executé pendant les annés 1836 et 1837, sur la corvette "La Bonite", commandée par M. Vaillant, Capitaine de Vaiseau", reproducciones de las cuales deberían hallarse en el Museo Cabildo.

No pude dejar de apreciar los championes (así los llamábamos en mi adolescencia) o zapatillas deportivas colgadas de los cables del alumbrado público. Son varias las leyendas urbanas que tratan de explicarlo. La que más he escuchado años atrás refiere a que señalaban puntos o espacios de venta de droga, y que según algún analista no suena muy inteligente, tratándose de una actividad ilegal.

Otra explicación sugiere que la costumbre se remonta a las décadas de 1960 y 1970, en Estados Unidos e incluso en Reino Unido, donde dicen que también se podían apreciar botas colgadas, y que representaban la celebración por la finalización del servicio militar.

Hay quienes afirman que delimitan o señalan territorios de bandas callejeras, y están aquellos que los atribuyen a la celebración de graduaciones, matrimonios, experiencias sexuales compartidas... en fin, cualquier cosa, como si fuera un mercado... chico y a cielo abierto.

El gato Gazpacho (se me ocurrió ponerle ese nombre), testigo mudo y encandilado de mis pasos por esos albores de la patria, no quiso emitir opinión, pese a mi insistencia. Pero, según un can que me solicitó atentamente con solo una breve muestra de sus caninos (valga la redundancia) que no lo fotografiara, Gazpacho ha hecho un pacto vaya a saber con quién (o quienes) y lleva desde la época de Sostoa oteando el paisaje y controlando quién viene y quién va.

A manera de adenda, me es dado decir que no solo en la Muy Fiel hay una calle Sostoa. Existe en Málaga una denominada "Héroe Sostoa" a la que los lugareños suelen nombrar como "Héroes de Sostoa" y, a veces, "Héroe de Sostoa", lo que lleva a pensar, según señala la investigadora española Rosa Ruiz Grisbert, que Sostoa sea una batalla, cuando en realidad se trata del apellido de Tomás, el tercer hijo de José Francisco y María Isidora, "doblemente héroe: en las batallas por la independencia española contra los franceses y en las guerras de la independencia americana". Pero esa es otra historia.

 

DANIEL FELDMAN

Director de CONTRATAPA

 

(*) CALLE A CALLE MVD pretende acercarnos al por qué de los nombres de las vías públicas de la ciudad... y tal vez a otros desvaríos


Archivo
2024-08-27T13:23:00