CALLE A CALLE MVD (*) ¿De qué año?

Daniel Feldman

Contenido de la edición 07.01.2025

 

Abundan las fechas en nuestro nomenclátor, aunque generalmente nos indican día y mes que, debemos imaginar, marcan algún suceso de la historia nacional o universal.

Se puede afirmar que las denominaciones de algunas calles no necesitan explicación, como la avenida 18 de Julio, que recuerda y homenajea, según concisamente recuerda el profesor Alfredo Castellanos, la fecha del año 1830 en que fue jurada nuestra Constitución, la primera, en "acto que se llevó a cabo en todas las capitales de departamento del nuevo Estado, de acuerdo a las formalidades establecidas por la ley de junio 26 de 1830".

Pero, ¿y 21 de Setiembre? ¿A qué año y a qué suceso hace referencia el nombre de una de las principales arterias del barrio Punta Carretas?, conocido antiguamente también por la denominación de "Punta Brava", dada por los marinos debido a la punta que se alarga bajo el agua y que provocó numerosos naufragios.

Según reseña el propio Castellanos, "en esta fecha del año 1808 se celebró en Montevideo un Cabildo abierto, numerosa asamblea integrada por las principales autoridades civiles, militares, administrativas y religiosas, así como los más caracterizados vecinos, comerciantes, hacendados, etc., de la cual resultó la creación de una Junta de Gobierno, independiente de la autoridad virreinal de Buenos Aires".

Retrocedamos un día: 20 de Setiembre. Pensemos en esa callecita con cierto aire melancólico, aunque a veces bastante transitada, que discurre por dos cuadras, desde la avenida Rivera hasta Gastón Ramón, atravesando Palmar. Para ubicar a qué año hace referencia y su significado, debemos navegar el océano y llegar a Italia, pues se trata de 1870, y el día en que las fuerzas del rey Víctor Manuel II ocuparon la ciudad de Roma, poniendo fin a la soberanía papal sobre esta, consolidando así la unidad italiana. Roma pasó a ser la capital del reino de Italia, y fue la fecha nacional del país hasta 1944.

¿Y 8 de Octubre? Una de las principales avenidas de la capital, efervescente eje comercial en gran parte de su extensión, nos recuerda la fecha en que se selló la paz, dando fin a la Guerra Grande. "Entre las diferentes opiniones en que han estado divididos los orientales no habrá vencidos ni vencedores, pues todos deben reunirse bajo el estandarte nacional, para el bien de la patria y para defender sus leyes e independencia", sentenciaba una de las cláusulas del tratado, luego de años en que hermanos se "degollaran de parado", al decir del ilustre "Bocha" Benavides.

Dejemos ya de dar vueltas. ¿Qué pasó entonces el 25 de mayo?, fecha que tomamos como pretexto para esta reflexión temporal.

El 25 de mayo de 1810, por la mañana, una enorme multitud porteña comenzó a afluir a la actual plaza de Mayo, por entonces plaza de la Victoria. Eran liderados por Antonio Beruti y Domingo French, el mismo que, como vimos en otra nota, fuera el encargado de darle el tiro de gracia a Santiago de Liniers, solo tres meses después de los hechos que estamos relatando.

En la concentración se reclamaba, entre otras cosas, la renuncia del virrey Cisneros y la formación de una nueva Junta de Gobierno.

Se puede decir que los sucesos del 25 de mayo de 1810, culminación de una agitada semana en la vecina orilla, pautaron el inicio del proceso de surgimiento del Estado argentino. La Primera Junta surgida en ese entonces gobernaba de manera nominal en nombre del rey de España Fernando VII, que había sido depuesto y sustituido por Napoleón Bonaparte, por lo que no hubo una declaración formal de independencia, que llegaría seis años después, el 9 de julio de 1816, en el Congreso de Tucumán.

Pero no es el objetivo de esta columna ahondar en la historia de nuestros vecinos. Hay mucha información disponible y al alcance de todos para hacerlo.

Quien haya visitado Buenos Aires de seguro habrá transitado por la avenida de Mayo, que recuerda los hechos y dicen que fue el primer bulevar de la capital argentina, y funge de columna vertebral del centro histórico y cívico de la ciudad, conectando la histórica plaza de Mayo, con la Casa Rosada a sus espaldas, y la plaza del Congreso, símbolo de la democracia, muchas veces cascoteada.

Ahora bien, es apreciable la importancia que para el país tuvo, en sus albores, la fecha (de 1810). Tan así que uno de los primeros decretos de Fructuoso Rivera, el primer presidente constitucional del país, en 1830, fue disponer de fondos para la celebración del 25 de mayo, considerado el puntapié inicial de la revolución en el Río de la Plata, a la que en su momento adhirió Artigas, que aún estaba lejos de ser nuestro prócer.

De acuerdo a la primera ley de calendario cívico, de mayo de 1834, "la única gran fiesta civil de la República" era el 18 de julio, fecha que conmemora la jura de la primera Constitución, como dijimos previamente. Había otra gran fiesta, y justamente era el 25 de mayo, que mantuvo su carácter hasta tiempos del primer dictador uruguayo del siglo veinte, Gabriel Terra. Otras dos fechas de relativa importancia eran el 20 de febrero (de 1827), que conmemoraba la batalla de Ituzaingó, y el 4 de octubre (de 1828), fecha del canje de ratificaciones de la Convención Preliminar de Paz. En futuras notas nos ocuparemos de ellas.

Para ejemplificar la unción patriótica con que se veneraba la fecha, vale recordar lo que nos contaba Rómulo Rossi (segundo intendente de Canelones, primero en ser electo por voto popular) en sus "Recuerdos y crónicas de antaño", publicadas en 1922: "Los aniversarios patrios, siempre se solemnizaban con gran entusiasmo; y para dejar demostrado que no exageramos, bastará decir que en cierta ocasión que se festejaría el 25 de Mayo de 1844, se invitó a los escolares a que se congregasen en sus respectivos colegios, en la noche del 24, para que así reunidos, pudiesen estar al despuntar el alba en la Plaza Matriz, para cantar allí el Himno Nacional".

Previo al accionar de Terra, en el régimen de feriados surgido de la nueva Constitución de 1918 (plebiscitada en 1917 y que comenzó a regir en 1919, así como lo leen) el 25 de mayo continuaba como feriado, con el título de "Día de América", al tiempo que se decretaba feriado "el día 2 de noviembre, destinado a la conmemoración de los muertos", en tanto que se establecía también que "las fiestas de Carnaval se celebrarán en los días generalmente destinados a las mismas" (sic), y se declaraba "feriada con el nombre de Semana de Turismo la sexta semana siguiente a la de Carnaval".

El cambio de gobierno generalmente conlleva modificaciones en las nomenclaturas de las calles de las ciudades. Ya en 1829, en los inicios de la vida republicana, comenzó la demolición de las murallas de la ciudad colonial, lastre de la dominación española, y consiguientemente comenzó la construcción de nuevos símbolos.

Parte de esa nueva simbología estaba constituida por el cambio de nombres de las calles, quitándole ese sabor tan católico y español que tenían. Y fue justamente -no por casualidad- un 25 de mayo, esta vez de 1843, cuando el gobierno hizo efectivo el cambio de nomenclatura y aplicó la nueva numeración a casas y comercios.

El paso del tiempo restringió la importancia del 25 de mayo para los de esta banda del río Uruguay, y podemos imaginar pasadas luminarias por su condición de columna vertebral de la city, hoy alicaída en virtud de una ascendente virtualidad que ha reducido a una mínima expresión la necesidad de presencialidad en casas bancarias y afines.

De todas maneras, sigue siendo disfrutable recorrerla, y deleitarse con esplendores de otras épocas, seguramente destinados a ser víctimas de la "piqueta fatal de progreso".

DANIEL FELDMAN

Director de CONTRATAPA

 

(*) CALLE A CALLE MVD pretende acercarnos al por qué de los nombres de las vías públicas de la ciudad... y tal vez a otros desvaríos


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2025-01-07T14:41:00