CALLE A CALLE MVD (*) Emprendedurismo del siglo XVIII, o cosa de “Franciscos”

Daniel Feldman

Contenido de la edición 15.10.2024

 

Algunas neodefiniciones señalan que el emprendedurismo viene a ser la capacidad de gestionar, idear y llevar a cabo proyectos, transformando, en definitiva, ideas en productos, servicios y/o negocios.

Digamos que es compartible, pero que, en un mundo donde prevalece la selfie y la autorreferencia, muchos creen que se trata de algo novísimo, digamos que de fines del siglo XX y albores del XXI.

Entonces, ¿por qué en el título de esta crónica nos remontamos al siglo XVIII?

Nuestra ciudad no llegaba aún a la primera década de existencia y don Esteban Ledesma, hacendado que había recibido campos en el primer reparto de tierras para estancias, establecido en las costas del arroyo Carrasco, obtenía en 1733 la anuencia para convertirse en el primer abastecedor de carne para la población de Montevideo.

Parecería que Ledesma solicitó, más adelante, el permiso para la construcción de un matadero, pero como su edificación se demoraba y faltaba carne, el Cabildo -atento a la relevancia del problema- solicitó el abasto al Francisco número dos de esta historia, nuestro ya conocido Alzáibar.

Como se imaginarán, el Francisco uno de esta crónica es De Medina.

Alzáibar se encontraba ausente, y su apoderado era el Francisco número tres de hoy, De Achucarro, que se comprometió a proveer la carne para el abasto a razón de "doce reales la res muerta y catorce viva".

El primer matadero departamental recién llegó en el epílogo del siglo, en 1798, ubicado en lo que hoy es la esquina de las calles Rondeau y Uruguay.

Para los tiempos de Francisco de Medina, el Francisco número uno a los efectos de esta nota, la expedición de carne al público se hacía en las mismas carretas en que traían a los animales muertos, en la plaza de la Ciudadela.

Decía por entonces el sacerdote José Manuel Pérez Castellano: "... ya no se matan vacas para el consumo de la ciudad, sino solo novillos, en número de sesenta todos los días. No tengo noticia que en parte alguna de los vastos dominios españoles se coma carne más gorda, mejor y más barata...".

Al no existir método alguno de conservación de la carne, esta seguía desperdiciándose en las vaquerías, razón por la que se intentó comenzar la conservación mediante la salazón.

Fue así que en 1781 don Francisco de Medina instala el primer saladero, abriendo paso así a lo que posteriormente sería la industria frigorífica, parte indisoluble de la identidad nacional.

Lo hizo a orillas del arroyo Colla, en las inmediaciones de la hoy ciudad de Rosario, departamento de Colonia.

Señalan los registros, a manera de ejemplo, que el 7 de diciembre de 1785 recaló en el puerto de Montevideo la nave Santa Eduviges, al mando del capitán catalán Juan Ros, que procedía de La Habana, adonde había viajado con tres toneladas de tasajo, producidas en el saladero de Francisco de Medina. La mercadería estaba básicamente destinada a la alimentación de los esclavos que trabajaban en las plantaciones de caña de azúcar.

Unos años después, en 1787, como podrán verificar en nota anterior, el Francisco número cuatro, Maciel, inauguraba su saladero en Montevideo, a orillas del Miguelete.

Ya avanzado el siglo XIX, concomitantemente con el primer censo de población se realizaba en 1852 el primer censo ganadero.

Para una población en toda la república de 131.969 habitantes, se contabilizaban 1.900.000 vacunos (más de catorce vacas por cada humano); 800.000 lanares y 1.500.000 yeguarizos. Vale destacar que en 1839, al inicio de la Guerra grande, el número de cabezas de ganado ascendía a seis millones y medio.

Pero volvamos al tasajo y al Francisco número uno, De Medina. El tasajo comenzó a tener valor económico a partir del Reglamento de Libre Comercio -algo así como el TLC del siglo XVIII- promulgado en 1778 por Carlos III, "el Político", que reinó desde 1759 hasta su deceso en 1788.

Previo a los saladeros, el cuero era el producto por excelencia, lo que puede llevarnos a afirmar -diría que con poco margen de duda- que, como los saladeros estuvieron fundamentalmente destinados a abastecer mercados externos, Francisco de Medina fue un innovador y emprendedor que dio origen a la primera manufactura capitalista del Río de la Plata destinada al comercio exterior.

La visión comercial hacía que estos emprendimientos se instalaran cerca o linderos a cursos de agua, de suerte tal de poder transportar la mercadería con facilidad, y tirar también con facilidad los desechos (el cuidado ambiental no era una prioridad de la época).

No solo los Franciscos (De Medina y Maciel) se dedican a esta novel rama de la industria. Fueron numerosos los "ricos y famosos" de la época que siguieron sus pasos, todos incluidos en el nomenclátor de nuestra ciudad. A manera de ejemplo: Antonio Vilardebó, Pedro Trápani, Francisco Aguilar (otro más, y van...), Gabriel Pereira, Félix Buxareo, Jaime Cibils, Juan María Pérez, etc.

La calle Francisco de Medina, ubicada en el barrio Villa Dolores, discurre por unas pocas cuadras, desde la avenida Gral. Rivera hasta Líber Arce.

Siempre me llamó la atención la plaza Manuel Freire (que homenajea a uno de los treinta y tantos orientales), ubicada en la intersección con la calle Horacio, en memoria de Quinto Horacio Flaco, considerado como el principal exponente de la poesía lírica y satírica en lengua latina, que vivió en Roma en el siglo I antes de nuestra era.

Recuerdo haber presenciada, décadas atrás, la preparación en esa plaza de la hoguera para la clásica "quema del Judas", y si mi memoria no me falla -aunque no he encontrado registros que lo avalen- alguna vez se organizó una "jornada latina", justamente aprovechando la calle con nombre de poeta.

Hoy la plaza luce lookeada y con el exzoológico y parque Villa Dolores, se nos invita a recorrer el laberinto que la decora "siguiendo el pavimento negro sin atravesar las líneas blancas".

No sé si Francisco de Medina habrá leído a Horacio; no fue contemporáneo de Manuel Freire, y lamentablemente para sus intereses, no pudo disfrutar de su emprendimiento, ya que falleció a poco de iniciarlo.

 

DANIEL FELDMAN

Director de CONTRATAPA

 

(*) CALLE A CALLE MVD pretende acercarnos al por qué de los nombres de las vías públicas de la ciudad... y tal vez a otros desvaríos


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2024-10-15T13:44:00