CALLE A CALLE MVD (*) No te vistas que no vas

Daniel Feldman

Contenido de la edición 05.11.2024

 

Se afirma de los refranes que son dichos agudos y sentenciosos de uso común. Algo así como el del título se me vino a la cabeza al encarar la calle que hoy nos ocupa, y que alude de manera enfática a excluir a alguien de un grupo, reunión o de impedirle participar de algún evento.

"Arriba los pobres del mundo

De pie los esclavos sin pan

Y gritemos todos unidos

¡Viva la Internacional!"

Palabra más, palabra menos, de acuerdo a la versión, así comienza el himno de los trabajadores que, a manera de ejemplo, todos los años abre la conmemoración del 1° de Mayo convocada por la central sindical de nuestro país.

Instituido como "Día de los trabajadores" en homenaje y conmemoración de los sangrientos hechos acaecidos en Chicago en 1886, cuando miles se volcaron a la huelga para exigir la reducción a ocho horas de la jornada laboral (normalmente podía extenderse hasta 16 o 18 horas). Se conmemora en prácticamente todo el mundo. Paradójicamente, Estados Unidos es una de las excepciones.

Pero, como decíamos en el título, "no te vistas que no vas". La calle Primero de Mayo, que tiene apenas pocos metros en la Ciudad Vieja, desde 25 de Mayo hasta la Circunvalación Durango, no homenajea a los asalariados.

Hagamos pues algo de historia.

El 1° de mayo era un día festivo por estas latitudes, justamente por celebrarse a San Felipe y a Santiago, que daban nombre a nuestra ciudad, por ese entonces la "Muy fiel y reconquistadora San Felipe y Santiago de Montevideo" (luego hubo una modificación de fechas, pasando al 3 de mayo). Era una de las fiestas más populares de la ciudad, solo igualada -según los cronistas- por la de Corpus Christi.

Pero tampoco te vistas, que no vas. El nombre de la vía de tránsito no hace referencia a los santos patronos de nuestra ciudad.

Resultó que el 26 de julio de 1828 el general Juan Antonio Lavalleja, el de los Treinta y Tres Orientales (que vaya a saber si eran 33 y si eran todos orientales), convocó al pueblo a la elección de una asamblea que ejercería la función legislativa.

Se firma la Convención Preliminar de Paz, consagrando la independencia de la Provincia Oriental. Recuerdo de mis años de liceal que una vez osé plantearle a mi profesora de historia, si mal no recuerdo de tercer año, que desde mi punto de vista deberíamos festejar esa fecha más que el 25 de agosto de 1825. "Allá usted", fue su lacónica respuesta. Debo reconocer en su honor que, a pesar de su evidente discrepancia y malestar, eso no incidió para nada en la calificación final.

Fue así que la legislatura electa pasó a llamarse Asamblea General Constituyente y Legislativa del Estado. Esta se instaló y sesionó por primera vez en la Villa de San José, el 22 de noviembre de 1828. Podemos entonces decir que fue en ese momento que comenzó a funcionar el parlamento nacional, por entonces unicameral.

Renglón aparte, y ya que estamos hablando de calles, quienes asumieron la calidad de legisladores, a la par que la de constituyentes, fueron los siguientes señores, todos recordados en el nomenclátor de la ciudad (la gran mayoría en el barrio Pocitos):

Por Montevideo y sus extramuros: Pedro Berro, Silvestre Blanco, Cristóbal Echevarriarza, José Ellauri, Jaime Zudáñez, Ramón Massini, Luis Lamas y Eufemio Masculino. Por el departamento de Canelones: Gabriel Pereira, Alejandro Chucarro, Lorenzo Fernández y Atanasio Lapido. Por el departamento de San José: Manuel Calleros, Feliciano Rodríguez y José Vázquez Ledesma. Por el departamento de Soriano: Joaquín Suárez, Juan Pablo Laguna, Lázaro Gadea, Santiago Sayago y Luis B. Cavia. Por el departamento de Paysandú: Antonio Domingo Costa y Manuel Haedo. Por Durazno: José A. Ramírez. Por Maldonado: Juan Francisco Giró, José Antonio Zubillaga, José Trápani y José L. Osorio y, por el de Cerro Largo: Cipriano Payán.

El primer presidente de la Asamblea fue don Silvestre Blanco. El cuerpo debía tener cuarenta integrantes. Entre el 26 de noviembre y el 1º de enero de 1829 se incorporaron a la Asamblea, Francisco Muñoz por Canelones, Manuel Pagola por Durazno, Joaquín Núñez por Maldonado, José Basilio Pereira de la Luz por Cerro Largo, Miguel Barreiro, Benito Blanco y Pablo Zufriateguy por "la Colonia", Solano García, Nicolás Guerra y Manuel Calleros por Paysandú y Julián Álvarez y Manuel Barreiro por San José.

La Asamblea sesionó sucesivamente en cuatro sitios. Del 22 de noviembre al 3 de diciembre de 1828, en el departamento de San José; del 17 de diciembre al 8 de febrero de 1829, en Canelones; del 16 de febrero al 22 de abril de 1829 en la iglesia de la Aguada, por entonces extramuros de Montevideo.

Y ahora sí, estimado lector, puede ir vistiéndose. Porque el cuarto y definitivo sitio donde sesionó la Asamblea fue en Montevideo, y justamente fue el primero de mayo de 1829 que el Gobierno Provisorio y la Asamblea General Constituyente y Legislativa del Estado Oriental hicieron su entrada solemne en nuestra ciudad, marchando por el Camino Real (hoy avenida del Libertador), junto con el ejército patrio.

¡Tenemos calle!

No resulta fácil imaginar la unción patriótica expresada por las escasas nueve mil almas que habitaban por entonces estos pagos, engalanadas para la ocasión pero sometidas a "los efluvios que despedían los animales, los humanos -vivos y muertos-, los desperdicios de sus habitantes y sus excrementos -también humanos y animales-", según nos cuenta en su interesante trabajo Alfredo Alpini (Olores y sensibilidad olfativa en Montevideo, 1829-1851; FHCE, 2010).

El hedor persistente era un motivo de irritación para aquellos montevideanos más sensibles. "Igualmente se observa en la plaza mayor junto a la casa consistorial un lago de orines que su pestífero hedor incomoda sobremanera a los que pasan", decía un lector de El Constitucional, todavía diez años después del arribo de la Asamblea.

Fue recién en octubre de 1854, un cuarto de siglo después del solemne ingreso de la Asamblea a la capital, que se concedió autorización a Juan José de Arteaga para la construcción de una red de caños subterráneos para conducir a "puntos distantes" de la capital las materias de las letrinas y las aguas del servicio doméstico e industrial. Hoy conocida como Red Arteaga, cubre casi doscientos quilómetros de nuestra ciudad, y fue la primera red de alcantarillado de América Latina.

Los tiempos han cambiado. Estamos a casi dos siglos de aquellos hechos conmemorados en esta pequeña calle y, sin la pestilencia de aquellas épocas, podemos detenernos a extasiarnos con el Palacio Taranco, que ocupa toda la cuadra por una de las aceras.

Hoy Museo de Artes Decorativas, está emplazado en la residencia original de la familia Ortiz de Taranco, edificio emblemático de la ciudad, construido hace ya más de cien años sobre los cimientos del Teatro de Comedias, la primera sala que hubo en Montevideo.

Para luego, tranquilamente, desembocar en la plaza que conmemora a nuestro célebre "Manco de Durango".

(*) CALLE A CALLE MVD pretende acercarnos al por qué de los nombres de las vías públicas de la ciudad... y tal vez a otros desvaríos

 


DANIEL FELDMAN

Director de CONTRATAPA

 

Archivo
2024-11-05T18:34:00