CALLE A CALLE MVD (*) Una larga fila de carretas
Daniel Feldman
Contenido de la edición 12.02.2025
Mis recuerdos de adolescencia me transportan a la esquina que hoy nos convoca y a mi imaginación sobre algún tiempo pretérito en que largas filas de vehículos se acumulaban para llevar sus cargamentos de la desagregación de las rocas silíceas.
Si no, ¿por qué tanta arena en los nombres de un cruce? Confieso que también en algún momento corporicé las dos calles y los pensé parientes, pero rápidamente me dije no. Al fin y al cabo, de Concepción sería el apellido, y de Grande el nombre.
Pero abandonemos las disquisiciones, dicho esto en el sentido de la definición que se nos presenta como divagación, digresión, y no en la del examen riguroso de la situación.
Brevemente me referiré a Arenal Grande, ya que nuestro motivo de hoy alude a Concepción.
Arenal Grande, presente en el nomenclátor como una de las vías eje del barrio Reus al Norte, ampliamente conocido también como "barrio de los judíos", alude al arroyo del departamento de Soriano, afluente del río Uruguay, que delimita al norte a la playa de la Agraciada, lo que nos remonta a los albores de la patria.
Por algún tiempo el lugar fue tenido por punto de desembarco de los 33 Orientales (que según dicen algunas lenguas, no era ni 33 ni todos orientales). Esta percepción fue abandonada tiempo ha, rectificándose la ubicación, aunque no muy lejos de ahí.
Entonces sí, ahora podremos entrar en tema y referirnos a Concepción Arenal y los porqués de su presencia en nuestras calles, o más bien la adjudicación de su nombre a una calle, cosa que, de acuerdo a algunos registros, solo se da en España, Argentina y nuestro país.
Por estos días se cumplieron aniversarios de su nacimiento y muerte. Concepción, hija de Ángel del Arenal y de la Cuesta y de María Concepción Ponte Mandiá Tenreiro, nació el 31 de enero de 1820 en Ferrol -municipio español del norte de La Coruña- y falleció el 4 de febrero de 1893 en Vigo.
Fue una experta en Derecho, periodista, poeta, dramaturga, y ampliamente considerada como una de las pioneras del feminismo español.
Denunció activamente la saturación de las cárceles (tanto de hombres como de mujeres), y -muy en la línea de las sufragistas femeninas- la condición de la mujer.
Su padre, que falleció cuando ella contaba con apenas nueve años, parece que dejó su impronta marcada en su personalidad, que de acuerdo a biógrafos entraba en conflicto con la de su madre, que la pretendía mujer de su época, devota y apegada a las tradiciones. Don Ángel había comenzado sus estudios de leyes, pero al estallar la guerra de la independencia los abandonó para ingresar a la carrera militar, en la que destacó por numerosas acciones y logró ascender. Pero, pese a esto, debido a sus ideas liberales, al entronizarse el absolutismo es perseguido, juzgado y encarcelado, falleciendo como consecuencia de estos sufrimientos.
En 1840 fallece su abuela, con quien se había traslado a vivir para cuidarla, y un año después es el turno de su madre, lo que convierte a Concepción en depositaria de la herencia familiar, haciéndola dueña por completo de su destino, contando con apenas 21 años.
Ya libre de ataduras, quiso encarar sus deseos de estudiar Derecho.
Es así que de 1842 a 1845 concurre a la Universidad a algunas clases. No sabemos si se trata de lo que hoy se calificaría como "leyenda urbana", pero dicen que esto lo habría hecho disfrazada de hombre, ya que por aquellos tiempos el templo de la sabiduría estaba reservado solo a varones. Por el motivo precedente, evidentemente no cursó la carrera, no dio exámenes ni alcanzó ningún título, pero sí afianzó su interés por los temas penales y jurídicos.
En esos escarceos universitarios conoce a Fernando García Carrasco, abogado y periodista, quince años mayor, con quien contrae matrimonio, del que nacerán tres hijos: Concepción, que falleció a los dos años; Fernando y Ramón.
Su esposo, hombre avanzado para la época, la contempló desde un verdadero plano de igualdad, entendiendo sus aspiraciones, y siempre admitió que le acompañase vestida de hombre a las tertulias del café Iris o que aportara al hogar las ganancias de su trabajo remunerado. Fernando falleció cuando llevaban nueve años de casados.
A pesar de su fuerte liberalismo, Concepción Arenal estuvo muy apegada a la tradición religiosa, adscripta a lo que se definía como catolicismo social, pero siempre considerada como una heterodoxa. Ya viuda fundó en 1859 el grupo femenino de las Conferencias de San Vicente de Paúl en Potes. La Sociedad de San Vicente de Paúl (SSVP) es una organización caritativa católica, creada en París en 1833.
Concepción fue la primera mujer en recibir el título de "visitadora de cárceles de mujeres", en 1864, posición que ostentó hasta el año siguiente.
Fruto de su trabajo en la Sociedad de San Vicente de Paúl es su obra de 1861 "La beneficencia, la filantropía y la caridad", que presentó a concurso en la Academia de Ciencias Morales y Políticas, aunque no con su nombre, sino con el de su hijo, por entonces de diez años. Luego del escándalo por la forma de presentación de su escrito, le fue otorgado el galardón, convirtiéndose así en la primera mujer premiada por la Academia.
"Abrid escuelas y se cerrarán cárceles", es una máxima que se le atribuye, expresada allá por la segunda mitad del siglo XIX.
De alguna manera reivindicada Concepción Arenal (no debemos dejar de reconocer que el nomenclátor de la ciudad está bastante volcado al sexo masculino), me decidí a recorrer la calle, pero apenas pude caminar unos metros cuando me topé con la imagen que sigue.
Tal vez adhiriendo a ese espíritu religioso de Concepción es que se yergue la parroquia de San Miguel.
Previamente, pocos pasos antes de llegar se me superpuso el cartel, instándome a detenerme, invitándome a reflexionar y tal vez decidir si son iguales los tiempos de hoy y los de hace casi dos siglos.
De todas maneras, a través del enrejado de la coqueta locación religiosa, no pude dejar de notar el mosaico que evoca al arcángel Miguel ("¿Quién como Dios?", dicen que significa su nombre), esa especie de comandante en jefe de las fuerzas armadas del Supremo, supongo que sojuzgando a Satanás.
Un poco más adelante en mi recorrido le llegó al turno a la agencia del Banco de la República Oriental del Uruguay (BROU), en el cruce con General Flores, obra del afamado arquitecto Julio Vilamajó, finalizada en 1941, de fuerte inspiración clásica, y frente a la cual, en plena era digital, siempre es dable encontrar, minutos antes de las 13, a algún grupo de clientes haciendo la consabida fila a la espera de que se abran las puertas.
Así las cosas, dejé que la mirada se perdiera en su trayecto hasta San Martín, antes de la dobladita que nos conduce a la avenida Millán.
DANIEL FELDMAN
Director de CONTRATAPA
(*) CALLE A CALLE MVD pretende acercarnos al por qué de los nombres de las vías públicas de la ciudad... y tal vez a otros desvaríos