La belleza y el encanto

Ana Magnabosco

Contenido de la edición 02.04.2025

 

El jueves 20 de marzo se presentó el libro "Historia descabelladas", un trabajo compuesto por cuarenta relatos, donde "mujeres pertenecientes a diferentes generaciones nos traen recuerdos, nos asombran, nos emocionan", al decir de la compiladora Cristina Lampariello.

A continuación, compartimos el relato que forma parte del libro (y la foto que lo acompaña) de Ana Magnabosco.

 

La belleza y el encanto

(Ana, 1952)

Mi hermana Margarita, que es un año menor, tenía el pelo enrulado, ensortijado apretadito. Cada vez que la querían peinar era un lío, un escándalo: corría alrededor de la casa.

Yo tenía el pelo largo, castaño, apenas ondulado, y ningún problema con el peine.

Era una época en la cual no había suavizantes. Mamá dejaba semillas de lino en remojo y nos ponía ese gel natural en el cabello después de lavarlo.

Un día mamá se cansó del drama de mi hermana con el peine y sin decirnos qué iba a hacer, nos pidió que nos sentáramos. Agarró una tijera y nos cortó el pelo como con una taza, tipo «príncipe valiente». Yo tenía 8 o 9 años y lo viví como mi primer gran injusticia, porque  en verdad mi cabello no le daba ningún trabajo. Me encantaba que me peinaran.

El pelo nos quedó muy feo y me sentía horriblemente triste.

Esa tarde llegó de visita una tía y me encontró llorando detrás de la puerta de la cocina. Imaginaba el lunes, la vergüenza de llegar así a la escuela. La tía preguntó qué me pasaba.

Estaba pagando por otra. Mi madre era muy así, de hacer tabula rasa con todo. La tía me sentó en la mesada de la cocina y me dio una lección para toda la vida: me dijo que yo era una niña encantadora. Me explicó la diferencia entre la belleza y el encanto. La belleza, como el pelo largo, era algo que no duraba para siempre. En cambio, «el encanto» -el que poseía, según la tía- estaba en el interior, en el alma, y era algo para siempre.

Entendí. Me sequé las lágrimas y salí de la cocina sintiéndome poderosa.

Creo que hay adultos que marcan nuestra infancia de manera definitiva.

 

Imagen de portada: Cristina Lampariello



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2025-04-02T12:48:00