PRE/TEXTOS URBANOS – Una cuestión de superposición cuántica o de deriva continental. ¿Dónde está el gato?
Daniel Feldman
Contenido de la edición 06.06.2023
Las rutas tienen un qué sé yo que nos hace mirar la monotonía de ciertos paisajes buscando algún punto de quiebre que, eventualmente, nos lleve a reducir la velocidad, frenar y desandar algo del camino para maravillarnos ante una imagen.
La tectónica de placas es una teoría unificadora, según recuerdo vagamente de mis cursos de Geología, en la época en que me había decantado por las ciencias biológicas, allá por fines de la década de 1970. La litósfera se encuentra fragmentada en placas que encajan entre sí y, por diversos mecanismos que suceden en el manto terrestre -por ejemplo, la convección térmica-, se produce el movimiento que explica la deriva continental.
Allá por los albores del siglo XVII, Francis Bacon dio en observar las concordancias entre las formas costeras de la parte occidental de África y la oriental de América del Sur.
Alfred Wegener, un meteorólogo alemán, publicó en 1915 su libro "El origen de los continentes y océanos", siendo entonces considerado como el padre de la teoría de la deriva continental.
Pangea se mostraba ante mí, o por lo menos eso imaginé en esos parajes de la ruta 12, en el departamento de Maldonado (Uruguay).
Dos grandes masas de una casa donde tal vez se hubiera iniciado la civilización y que por el accionar de vaya a saber qué sumergidas fuerzas se separaban de manera irreconciliable, lenta pero inexorablemente, con los árboles queriendo estirar alguna rebelde rama para mantener los lazos, semejando a La creación de Adán, el célebre fresco de Migue Ángel.
En esos devaneos estaba yo, pensando en el evangelio según Mateo y su máxima de que "lo que Dios ha unido no lo separe el hombre", pero sí la tectónica de placas, cuando mi hija, que se encontraba de visita, vio desplegada la imagen en la pantalla de la computadora y exclamó: "pah, ¡qué bueno!; cómo se están uniendo las dos partes de la casa y los árboles".
Su mirada era otra, diferente a la que yo había esbozado. Por suerte, bastante a menudo sucede eso... de que tenga una mirada diferente.
Fue entonces cuando recordé, de aquellas mis épocas de estudiante de ciencias biológicas a que hacía referencia más arriba, mis incursiones por la física, y no pude evitar pensar en el principio de superposición cuántica, que explica algo así como que no se puede saber en qué estado se encuentra un sistema cuántico hasta medirlo, y para complicarlo, si se dispone de muchas copias de un mismo sistema, no se va a obtener siempre el mismo resultado al medirlo. Por consiguiente, un sistema está en una superposición de estados, cada uno con cierta probabilidad asociada de obtenerlo al medirlo.
A nivel macro, el famoso y mentado "gato de Schrödinger" es un ejemplo ilustrativo. Se trata de una especie de experimento mental, un escenario hipotético, planteado por el célebre físico Erwin Schrödinger, nacido en 1887 en Viena. El gato está encerrado en una caja de acero y no vemos su interior, a lo que se agregan otros aditamentos que no vienen al caso. De acuerdo a lo postulado por el autor, el gato puede estar vivo o muerto, y hasta que no podamos verlo (medirlo), está en una superposición de vivo y muerto.
La supuesta casa y los árboles, ¿se están separando?, ¿se están uniendo?, ¿se están separando y uniendo al mismo tiempo?
En todas esas meditaciones quedé enfrascado, al punto que no he vuelto a pasar por el lugar, no fuera cosa que, además de aceptar que mi hija piense diferente, tenga que darle la razón.
DANIEL FELDMAN
Director/CONTRATAPA
Imagen tomada en ruta 12, Maldonado, Uruguay, cerca de pueblo Edén, el 23/11/2021
(*) Esta columna fue incluida como PRE/TEXTO URBANO porque el autor se dirigía a una ciudad