Palabra de poeta: Cecilia Gianlupi

Cecilia Gianlupi 

Contenido de la edición 09.10.2024

 

Ángel y musa vienen de fuera; el ángel da luces y la musa da formas (Hesíodo aprendió de ellas). Pan de oro o pliegue de túnicas, el poeta recibe normas en su bosquecillo de laureles. En cambio, al duende hay que despertarlo en las últimas habitaciones de la sangre.

Teoría y juego del duende

Federico García Lorca

(Conferencia pronunciada el 20 de octubre de 1933 en la Sociedad de Amigos del Arte, en la ciudad de Buenos Aires).

 

Hoy, presentamos a Cecilia Gianlupi, Montevideo, 1956

 

(cómo)

No sé cómo haré para morir. No sé. / Soltar el cabo del jazmín. Dejar de asirlo./ Apagar mi oído al contrapunto de la prima y la bordona. Al arpegio. / Anudar mi

bella voz. Negársela a la aurora. / Tragar la última saliva. Volverme seca. / No sé cómo haré para volverme seca. / Hay un patio con sol en el centro de todo. Debí morir allí, perfecta y hojaldrada, derrochando ambrosía. / Morir entre brazadas de orgasmo y heroísmo, en el mes de las uvas / Todo tan sacrosanto entonces. Sublime y sacrosanto. / Todo pedestre ahora. Tan pedestre y tan cierto. / No sé cómo haré para morir. No sé. / Soltar el cabo del jazmín. Volverme seca.

 

(Veinte años)

A los 20 años

uno para las balas

con el pecho

la muerte triste

indefectible

y chata

es de los otros

porque a los 20

uno anuncia

solamente

suicidios

o heroísmos

inútil

el cristal de Bohemia

la cuenta bancaria

el blister de aspirinas

eternos, los pies

con sus talones lisos

y los dedos perfectos

la espalda,

colgada allí detrás,

sin que nos demos cuenta

el olor del viernes santo

las manos de la madre

cuando se tiene 20 años

la mariposa sucede

en pleno invierno

y es la ola

el natural imperio

de la sangre

zambullirse

es tan normal

como hincar diente en el pan

o ignorar

de los días sus ocasos

no se sabe cómo y cuándo

tuerce el mar su abrazo

y el cartílago

muestra su total fragilidad

enroscado en una piedra

que deshace

su corazón de cáliz y de arena

precipita el hueso

sobre las plazas infantiles

abre luz

en la corteza imperfecta

del sábado de gloria

y enturbia la lupa

reduciendo el insecto

a nada

entonces

uno toma ese fémur

lo moja en el torrente

de la ola

ya casi inalcanzable

y escribe.

 

(cóndor)

iba

con ojos

colgando de su pico

también llevaba sesos

y vaginas

úteros

lenguas

y testículos

yo creí

que era de pura mala suerte

habérmela topado

pero hoy

vuela otra vez

y lleva mi útero en su pico

acompaña su vuelo

una bandada

de aves que conozco

una de ellas ostenta

lo que pudo

menoscabar de mi sesera

otra, agita victoriosa un ojo mío

otra, mi lengua de amar

mi bella lengua de decir te quiero

desde ahora

sólo habrá por ojo la palabra

por matriz la poesía

y conjugarla

será la última forma

de mi lengua.

 

(irse)

irse

con una ida ràpida

sin despedirse de los árboles

ni de las reliquias familiares

apenas necesario

el pie con que marcharse

desencadenar al dios

curar su entraña

y después irse

con pisada certera

porque irse

es el último atajo que nos queda.

 

(29)

hay que amar aunque sea veintinueve

y llovizne aserrín

y derrame resina la madera crujiente,

aunque el árbol no sea aquel rincón seguro

y nos niegue su mano la caricia,

hay que amar aunque sea veintinueve

y amenacen los astros

con melenas sin luz sobre el ocaso,

hay que beber la gota de rocío

recamar las paredes de la piedra

y ser como el junco, con su cuello de cisne,

inventar un color a los tardíos ojos

escribir un poema

ponerle un nombre

y en la plena intemperie del invierno

amar

también el veintinueve.

 

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2024-10-09T13:39:00