Rodó y la economía, Rodó y el símbolo
Horacio Bernardo
Una moneda conmemorativa tiene un doble significado. Por una parte, remite al aspecto económico. Por otra parte, remite a lo simbólico.
Contenido de la edición 12.11.2020
Una moneda conmemorativa tiene un doble significado. Por una parte, remite al aspecto económico. Por otra parte, remite a lo simbólico, puesto que no se trata de una moneda de circulación sino de un homenaje. Por lo tanto, la moneda nos invita a pensar sobre la relación de José E. Rodó con dos elementos: lo económico y lo simbólico. Sobre esto hablaremos muy brevemente a continuación.
La relación de Rodó y lo económico puede observarse desde el punto de vista biográfico. En 1891 se desempeñó como empleado del Banco de Cobranzas donde trabajó por un período (1). Adicionalmente, intentó iniciar diversos emprendimientos comerciales a lo largo de su vida (2). Sabemos, por ejemplo, que en 1897 participó en el proyecto de fundación de una empresa llamada Amambay, dedicada a la importación de yerba mate, té y café del Paraguay. Asimismo, que estuvo involucrado en la tarea de conseguir capitales para una empresa financiera que se llamaría Rapid - Fortune. También, que intentó otros emprendimientos comerciales vinculados a la publicación de diversos libros en el país y en el exterior. Si bien estos proyectos (que no llegaron a prosperar con solidez) no lo convirtieron en un empresario, al menos nos dan indicios de que sus inquietudes no fueron absolutamente ajenas a lo económico.
Por otra parte, en sus intervenciones parlamentarias es posible encontrar iniciativas y opiniones vinculadas con temas económicos. Estos últimos no fueron los que ocuparon su interés principal pero, aun así, destacaron tres asuntos, que corresponden a su segundo período como parlamentario (1908 - 1911). Uno de ellos fue la propuesta de exoneración de impuestos a los libros importados. Los otros dos estuvieron relacionados con su participación enl a Comisión de Trabajo, en la cual estudió dos proyectos de ley; uno referente a los accidentes laborales y otro a la duración de la jornada laboral. Este último fue particularmente importante para Rodó, ya que el estudio fue redactado íntegramente por él y decidió incorporarlo en su obra El mirador de Próspero.
En cuanto a su obra propiamente literaria, la relación con lo económico se comprende al observar el contexto filosófico en el que el autor uruguayo elaboró sus ideas. Rodó se encontró con el problema de sintetizar dos posiciones que se hallaban en conflicto desde las últimas tres décadas de siglo XIX: el espiritualismo ecléctico y el positivismo evolucionista. Ambas no solo representaron dos formas diferentes de concebir el mundo, sino que también justificaron dos direcciones distintas de construcción de país.
El espiritualismo ecléctico (inspirado en la obra de Victor Cousin y difundido en nuestro país durante el prolongado magisterio de Plácido Ellauri), había contribuido a construir políticamente el principismo como una actitud política en la que los ideales y valores rectores eran vistos como el punto de partida sobre el cual se alcanzarían posteriores avances materiales concretos. Por otra parte, el positivismo evolucionista (influido por la obra de Charles Darwin y de Herbert Spencer, e introducido en el Uruguay por José Pedro Varela y Ángel Floro Costa), fue la justificación conceptual que alentó el trabajo concreto y los avances técnicos y científicos como el elemento inicial para construir el Uruguay como proyecto viable. Entre fuertes disputas, tanto el énfasis sobre lo ideal de la posición espiritualita como de lo material de la posición positivista, mostraron sus insuficiencias. La obra de Rodó intentó superar ambas, sintetizándolas.
Esto lo señala Rodó expresamente en el texto titulado "Rumbos Nuevos", incluido en El Mirador de Próspero, donde afirma: "el positivismo, que es la piedra angular de nuestra formación intelectual, no es ya la cúpula que la remata y corona" (3). Por eso propone, en su lugar, abrazar un nuevo idealismo que no se trata de una restauración del espiritualismo ecléctico anterior. En tal sentido, Rodó afirma: "nuestro idealismo no se parece al idealismo de nuestros abuelos, los espiritualistas y románticos de 1830, los revolucionarios y utopistas de 1848. Se interpone, entre ambos caracteres de idealidad, el positivismo de nuestros padres" (4).
Este nuevo idealismo debía, por lo tanto, destacar los ideales y contemplar la importancia de lo material. La búsqueda de una adecuada integración entre ambos elementos fue una constante en su obra. En ese marco, pueden señalarse tres formas en las que Rodó abordó lo económico.
Una primera forma, entendiéndolo como aspecto necesario para la subsistencia tanto individual como de las instituciones. En tal sentido, Rodó plantea claramente que no hay oposición entre la búsqueda del sustento material y la idealidad. En Motivos de Proteo ejemplifica esto último, mostrando que el aspecto económico necesario para la subsistencia de la institución eclesiástica no le quita su moralidad y que la función de los diáconos como administradores económicos, no los convierte en carentes de valores e ideales. Afirma Rodó en relación a las instituciones eclesiásticas y los diáconos lo siguiente:
El sentido común propende a considerar alejados, por natural antipatía, el fervor de una apasionada idealidad, y la inteligencia del dinero y el sentido de los intereses materiales. Pero si se piensa en que, aun allí donde el desprendimiento y la abnegación de todo bien terreno resplandezcan más puros, cabe estimar los medios de acción que proporciona la riqueza, para llevar adelante una obra magna o acudir a las necesidades de los otros, se concebirá fácilmente la posibilidad de un espíritu inflamado en un grande amor ideal y que, por instrumento de este amor, pone en ejercicio, no energías heroicas ni inspiraciones remontadas, sino una habilidosa y perseverante aptitud de administración y economía. (5)
Por otra parte, esta misma complementariedad aparece en Ariel. Próspero explica a sus discípulos que, originalmente, el ocio noble fue concebido de manera aristocrática, en oposición a la actividad económica, relacionada con la mera subsistencia que debía obtenerse mediante el trabajo. Pero cuestiona esta separación entre el aspecto filosófico-moral y la subsistencia como modelo actual, aconsejando la integración de ambas en la vida práctica. Para ello toma como ejemplo a Cleanto, (importante filósofo estoico, discípulo de Zenón de Citio), quien nunca abandonó el estudio de la filosofía aun cuando durante largos años tuvo que ganarse el sustento material con trabajos físicos. Por eso aconseja Próspero: "Toda educación racional, todo perfecto cultivo de nuestra naturaleza tomarán por punto de partida la posibilidad de estimular, en cada uno de nosotros, la doble actividad que simboliza Cleanto." (6)
Una segunda forma en la que lo económico aparece en la obra rodoniana es como aspecto relacionado con los político. En este sentido, pueden destacarse dos ideas. La primera consiste en el rechazo a la preponderancia de lo material en desmedro de lo ideal. Esto, según Rodó, genera sociedades e individuos mediocres, que valoran el dinero y la utilidad perdiendo la capacidad de formarse como seres humanos. En esto se basa buena parte de su crítica a los Estados Unidos, a ese pueblo que admira pero que no ama, y que no puede ser un ejemplo a seguir para Hispanoamérica. Por el contrario, para Rodó nuestras naciones han de incorporar ideales que puedan guiar el progreso material. Ideales que, partiendo de cada individuo, se plasmarán en la política como proyecto colectivo. En ese sentido, la segunda idea que vincula lo económico (material) y lo político, es la que se expresa en las figuras de Ariel y Calibán. En cada alma individual habita Ariel, como lo ideal, junto con Calibán, como lo instintivo y lo material. Ambas fuerzas son las que, mediante la educación, han de cultivarse en cada individuo para construir, en el conjunto, una sociedad democrática que resulte ser una aristarquía, esto es, un gobierno de los mejores. Esto se logra, únicamente si se provee igualdad de oportunidades de educación a todos los miembros de la sociedad. De ese modo, si se cultiva lo material y lo ideal en el alma de cada miembro, el resultado de ello no será puramente individual, sino colectivo, puesto que esos miembros serán capaces de reconocer a los mejores y estos últimos podrán gobernar del mejor modo posible, integrando a Ariel y Calibán; aquellos aspectos que primero han integrado dentro de sí mismos.
En vínculo con lo anterior, una tercera forma en la que aparece lo económico en la obra rodoniana es en vínculo con el perfeccionamiento moral individual. Aquí lo económico no solo opera como complemento de ese perfeccionamiento, sino que es condición de posibilidad de este en un sentido que excede la mera supervivencia. En otras palabras, en el proyecto rodoniano, el perfeccionamiento moral es posible en relación al grado de avance material a nivel social. Para comprender esta idea es necesario seguir unos pasos de razonamiento a partir de los conceptos de su obra. Para Rodó, la formación humana se logra mediante la reforma moral, que consiste en un trabajo interno, íntimo, que cada individuo realiza sobre sí mismo para poder conducir el cambio de su propia existencia. Esta reforma moral es posible a partir de la voluntad, la cual permite al individuo superar diversos obstáculos y hallar su vocación, la cual Rodó define como "la conciencia de una aptitud determinada" (7) o "el sentimiento íntimo de una aptitud" (8). La aptitud es, por lo tanto, aquello que permite que la vocación pueda surgir y que el individuo pueda reformarse. Pero Rodó señala que para que esa aptitud pueda desarrollarse en el individuo, es necesario que haya una sociedad cuyos progresos materiales lo haga posible. En otras palabras, si hay quien tiene aptitud para actor de cine, o para astrónomo, o para abogado, esa aptitud será posible solo si el desarrollo de la sociedad hace que esas actividades resulten necesarias, de acuerdo a su grado de crecimiento material. Rodó señala en Motivos de Proteo que:
La ausencia de vocación una y precisa, por universal difusión de la aptitud, es caso cuya frecuencia disminuye, dentro de la sociedad humana, con el paso del tiempo. A medida que las sociedades avanzan y que su actividad se extiende y multiplica, como el árbol que crece, dando de sí ramas y ramúsculos, es ley que la vocación individual tome una forma más restringida y concreta. Nacen las vocaciones personales en el momento en que el hombre primitivo deja de bastarse a sí propio y empieza, correlativamente, a ser útil y necesario a sus semejantes. (9)
Y más adelante señala:
Y al compás que las necesidades de las generaciones aumentan, aumentan con ellas los modos de aptitud; y con los modos de aptitud [...] la tendencia en trocarse en vocación verdadera, cada nueva y más prolija variedad que el natural progreso determina en el desenvolvimiento de las aptitudes humanas. (10)
Es por eso que, luego, refiriéndose metafóricamente a lo económico señala que "una economía infalible [en el sentido de equilibrios] provee a toda sociedad y generación, de los obreros que para cada uno de sus talleres necesitan, y tales como los necesitan" (11). Es de este modo que lo económico, en la obra de Rodó, no solo aparece como necesario como complemento a lo ideal, sino también como condición de posibilidad para que esos ideales puedan desarrollarse en los individuos mediante sus actividades concretas.
Esto en cuanto al aspecto económico. ¿Qué decir del aspecto simbólico al cual también remite la moneda conmemorativa? Sobre esto podría escribirse un análisis mucho más extenso que el anterior, pero bastará con recordar la importancia que para Rodó tuvieron los símbolos. Quizás el ejemplo más notorio de ello sea su polémica con Pedro Díaz por el retiro de crucifijos de los hospitales, la cual recogió en Liberalismo y Jacobinismo. Fue por la valoración de los símbolos que Rodó, siendo agnóstico, defendió la idea de conservar los crucifijos, puesto que consideraba que la cruz, más allá de su valor religioso, poseía un valor moral: era el símbolo por excelencia de la caridad que Jesús había traído al mundo y que debía estar presente como ejemplo visible y palpable.
Más allá de profundizar en los detalles de aquel suceso, es necesario destacar que esa importancia que dio Rodó a los símbolos, a más de cien años de aquella polémica y de su fallecimiento, nos interroga en la actualidad al observar la moneda en su carácter simbólico. Porque hoy es el propio Rodó un símbolo para nosotros. En la moneda con su figura, con un fragmento del manuscrito su obra Ariel, hay una invitación a hacernos una pregunta: ¿qué simboliza Rodó hoy?
A mi entender, al menos dos cosas. En primer lugar, simboliza la necesidad que, en calidad de seres humanos, tenemos de reflexionar, de trabajar sobre nosotros mismos, de perfeccionarnos moralmente, no ya por una pura cuestión psicológica e individual, sino para poder hallar aquello a partir de lo cual podemos ser capaces de darnos amorosamente a los otros a través de nuestras aptitudes. Y, en segundo lugar, Rodó simboliza un modelo de democracia, un gobierno de los mejores que de ninguna manera es una plutocracia o una dinastía de poderosos. Es símbolo de un alto ideal político; de una democracia noble.
Foto: BCU
Baste mencionar, para finalizar, un pasaje de Ariel en el cual Rodó nos propone la imagen de una moneda. Dice Prospero, durante las palabras finales de su discurso:
"Aún más que para mi palabra, yo exijo de vosotros un dulce e indeleble recuerdo para mi estatua de Ariel. Yo quiero que la imagen leve y graciosa de este bronce se imprima desde ahora en la más segura intimidad de vuestro espíritu. Recuerdo que, una vez que observaba el monetario de un museo, provocó mi atención en la leyenda de una vieja moneda la palabra Esperanza, medio borrada sobre la palidez decrépita del oro. Considerando la apagada inscripción, yo meditaba en la posible realidad de su influencia. ¿Quién sabe qué activa y noble parte sería justo atribuir, en la formación del carácter, y en la vida de algunas generaciones humanas, a ese lema sencillo actuando sobre los ánimos como una insistente sugestión? (12)
Sirva la moneda conmemorativa como renovación de esa Esperanza que el mensaje de Rodó inspira aun entre nosotros.
Referencias
1) Benedetti, M., Genio y figura de José E. Rodó, Buenos Aires, Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1966, p. 20
2) San Román, G., "Money, culture and Enterprise in José Enrique Rodo" en Modern Language Review, Nro. 104, 2009, pp. 83-105
3) Rodó J. E., El mirador de Prospero, Montevideo, Claudio García y Cía., 1939, p. 45
4) Ídem
5) Rodó, J. E., Motivos de Proteo, Montevideo, Ministerio RREE - UTU, 2009, CV (se cita por capítulo)
6) Rodó. J. E., Ariel, México, Espasa - Calpe, 1961, p. 51
7) Motivos de Proteo: XLI
8) Motivos de Proteo: LXXIX
9) Motivos de Proteo: XLII
10) Ídem
11) Ibídem
12) Ariel, pp. 140-141
(*) Disertación en ocasión de la presentación de la moneda conmemorativa José E. Rodó. - Ministerio de Relaciones Exteriores de Uruguay, 17 de mayo de 2019.
HORACIO BERNARDO,
Magister en Filosofía, docente, escritor y conferencista,
premio Pensamiento de América Leopoldo Zea.