Un cuento de Navidad
Alejandro Carreño T.
La Navidad es una fecha especial no solo para el mundo cristiano. La tecnología no ha logrado despojarla de su magia milenaria que construye mundos de sueños y ensueños
Contenido de la edición 10.12.2020
La Navidad es una fecha especial no solo para el mundo cristiano. La tecnología no ha logrado despojarla de su magia milenaria que construye mundos de sueños y ensueños, habitados por figuras extraordinarias, fantásticas y misteriosas que se debaten entre el bien y el mal. La Navidad de historias encantadas narradas en viejas revistas infantiles y libritos de cuentos ya casi olvidados, el mundo moderno la reemplazó por otra desafiante e insultante colgada de los escaparates de las tiendas de los centros comerciales, para ser llevada a todos los hogares con la magia negra y ominosa de las tarjetas de crédito, en cómodas cuotas mensuales, en cuanto el Niño Dios, cada vez más desnudo, yace olvidado bajo un árbol que titila vanidoso y variopinto. Pero el espíritu navideño, ese contado por los grandes escritores como Charles Dickens, por ejemplo, no se encuentra en los escaparates coloridos de las tiendas; ese hay que buscarlo en otros escaparates para que los seres humanos puedan vivirlo y revivirlo en la profundidad de su mensaje hecho de símbolos que describen nuestra propia naturaleza humana, con todos sus aciertos, con todas sus limitaciones.
A Dickens le interesó el ser humano. Su obra abrió caminos para remover conciencias a través de la presentación del más desposeído, subyugado en su condición humana por un sistema económico y político que lo estruja y hunde en su miseria. Tal vez esta crítica social que se encuentra en la superficie de su obra, motivó que algunos escritores como Henry James y Virginia Woolf vieran en su narrativa trazos de exacerbado sentimentalismo y creación de personajes grotescos, así como la descripción de hechos fantasiosos. Con todo, estas críticas no me parecen válidas, por cuanto la obra literaria no se construye sobre la base de recetas o patrones literarios que deban seguirse como un catequismo. No debe olvidarse que Dickens es un hombre del siglo XIX, que tiene entre sus temas recurrentes los ambientes miserables, lo grotesco y lo fantástico. Cuento de Navidad (1843) nos sumerge en un relato de espectros y fantasmas que nos va enseñando la esencia de la Navidad a través del alma de Ebenezer Scrooge, personaje miserable en su condición humana, por su egoísmo e indiferencia ante el dolor y la miseria de los otros. Un personaje que hace de su dinero y posición sus armas de dominio y desprecio por el ser humano: "¡Ay, pero qué agarrado era aquel Scrooge! ¡Viejo pecador avariento que extorsionaba, tergiversaba, usurpaba, rebañaba, apresaba! Duro y agudo como un pedernal al que ningún eslabón logró jamás sacar una chispa de generosidad; era secreto, reprimido y solitario como una ostra", nos dice el narrador al comenzar su relato con un capítulo que es toda una señal al lector: "El fantasma de Marley".
"Marley estaba muerto; eso para empezar. No cabe la menor duda al respecto". ¡Qué manera de comenzar una historia de Navidad! Precisamente lo contrario de lo que significa el concepto navidad: nacimiento. Marley fue socio de Scrooge, y Dickens prepara al lector para su relato fantástico: "Si no estuviésemos completamente convencidos de que el padre de Hamlet ya había fallecido antes de levantarse el telón, no habría nada notable en sus paseos nocturnos por las murallas de su propiedad, con viento del Este, como para causar asombro -en sentido literal- en la mente enfermiza de su hijo; sería como si cualquier otro caballero de mediana edad saliese irreflexivamente tras la caída de la noche a un lugar oreado, por ejemplo, el camposanto de Saint Paul". Años más tarde, en pleno siglo XX el formalismo ruso hablaría de "extrañamiento", término con que se define un texto literario cuyas características son la exageración, lo grotesco, la parodia, el absurdo, como en Cuento de Navidad, por ejemplo, que tendrá en el espíritu de Marley el sostén de la historia fantástica con que se enfrentará el lector.
(Charles Dickens)
El fantasma de Marley que se revela a Scrooge, le anuncia el camino de su salvación mediante el recurso de la epifanía. Tres revelaciones simbolizadas en tres espíritus que llevarán al viejo avaro a su pasado, presente y futuro, en un viaje fantástico y dantesco que culminará cuando Ebenezer Scrooge se encuentre frente a su propia tumba, de la mano de la tercera revelación, el tercer espíritu, el fantasma de la Navidad del Futuro: "Un cementerio parroquial. Así pues, aquí yacía bajo tierra el desdichado hombre cuyo nombre iba a conocer ahora [...]. "Antes de que siga acercándome a esa losa que señalas, dijo Scrooge, "respóndeme a una pregunta. ¿Son las imágenes de cosas que van a suceder o solamente imágenes de cosas que podrían suceder? [...].Tembloroso, Scrooge se arrastró hacia él y, siguiendo la indicación del dedo, leyó en la losa de la abandonada tumba su propio nombre, EBENEZER SCROOGE". El viaje de Scrooge por su infierno había concluido. Ahora debía reflexionar lo que cada uno de los fantasmas le había revelado. El de la Navidad del Pasado le señala su vida miserable y perversa de las navidades vividas; le remueve su conciencia y le hace dudar, como en La vida es sueño, si la aparición del espíritu de Marley no es más que un sueño: "Cada vez que, tras madura reflexión, llegaba a la conclusión de que todo era un sueño, sus pensamientos, al igual que un fuerte muelle tensado, volvían a la posición inicial y replanteaban el mismo problema: ¿era o no era un sueño?". Pero no era un sueño. El fantasma de la Navidad del Pasado, en una especie de moderno documental, le muestra lo que fue: un ser carente de humanidad.
La segunda revelación corresponde a la epifanía del hoy en la vida de Scrooge. Es el fantasma de la Navidad del Presente. Un fantasma bondadoso, gentil, generoso y parlanchín. En su mano sostiene una gran antorcha semejante a un cuerno de la Abundancia. Un símbolo de los tantos utilizados por Dickens para ilustrar los diversos mensajes sobre la naturaleza humana y su bondad, que Scrooge y nosotros los lectores debemos traducir, aunque Dickens lo expresa con meridiana claridad en su breve prefacio: "Con este fantasmal librito he procurado despertar al espíritu de una idea sin que provocara en mis lectores malestar consigo mismos, con los otros, con la temporada ni conmigo. Ojalá encante sus hogares y nadie sienta deseos de verle desaparecer. Su fiel amigo y servidor, Diciembre de 1843". Hay una clara intención educativa, y hasta moralizante, en las palabras del autor, que encuentran eco en los discursos y acciones de las tres revelaciones, como he llamado a los tres espíritus que representan la Navidad.
La larga escena en que se muestra a la familia de Bob Cratchit, el humillado y expoliado escribiente de Scrooge, es una escena antológica de humanidad, pues la pobre familia vive una Navidad de amor y hasta brindan por el avaro y explotador jefe, el pariente odiado de la familia: "Scrooge era el ogro de la familia. La sola mención de su nombre arrojó sobre la reunión una negra sombra que no se disipó hasta cinco minutos más tarde". En este hogar se ha detenido el fantasma de la Navidad del Presente para zamarrear la negra conciencia de Scrooge, que asiste a su propia película de terror al observar el comportamiento de su familia explotada y humillada por él: "En el umbral, el espíritu sonrió y se detuvo para bendecir el hogar de Bob Cratchit con las aspersiones de su antorcha [...], ¡y a pesar de todo el fantasma de la Navidad del Presente bendijo su casa de cuatro habitaciones!". Ese "a pesar de todo" es la pobreza que habita ese hogar, pero que no le quita generosidad, ni amor ni ternura a la convivencia familiar. Una escena que Scrooge no olvidará jamás como lo veremos en el Desenlace Final: "Viviré en el Pasado, el Presente y el Futuro. Los tres espíritus del tiempo me ayudarán. ¡Oh, Jacob Marley! ¡El Cielo y las Navidades sean loados! ¡Lo digo de rodillas, viejo Jacob, de rodillas!".
Cuento de Navidad es una historia de fantasmas que recrea el mundo de la Navidad por donde transita la vida de Scrooge, y tal vez nuestra propia vida, en un viaje tormentoso a través del tiempo, de la mano de espíritus fantasmagóricos que desnudan las almas de los hombres mostrándoles sus propios fantasmas. Cuento de Navidad es la travesía de Scrooge y los hombres por su propia Divina Comedia, y en donde podremos o no, encontrarnos a nosotros mismos, como lo hizo Scrooge: "Su propio corazón reía y con eso le bastaba. No volvió a tener trato con aparecidos, pero en adelante vivió bajo el Principio de Abstinencia Total y siempre se dijo de él que sabía mantener el espíritu de la Navidad como nadie. ¡Ojalá se pueda decir lo mismo de nosotros, de todos nosotros! Y así, como dijo Tiny Tim, ¡que Dios nos bendiga a todos, a cada uno de nosotros!".
Feliz Navidad, les diría hoy Charles Dickens. Feliz Navidad, les desea hoy este columnista.
ALEJANDRO CARREÑO T.
Profesor de Castellano, magíster en Comunicación y Semiótica,
doctor en Comunicación. Columnista y ensayista" (Chile)